La visión era tan nítida, la definición de la imagen tan explícita, que don Rigoberto temió: <<Puedo quedarme ciego>>. Como aquellos
hippies en los años psicodélicos, estimulados por las sinestesias del ácido lisérgico, desafiaban el sol de California hasta que los rayos les carbonizaban la retina y condenaban a ver la vida con el oído, el tacto y la imaginación.
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